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lunes, 29 de abril de 2013

El Destino cambia en un viaje. Autor: Jaqueline García C.



      

El Destino cambia en un viaje.
Autor: Jaqueline García C.

                                                                                                                                                                                          Con su rostro tapado por el pelo que caía en desorden delante de sus mejillas, evidenciando  descuido de parte de su madre, se encontraba  Ninoska, tenía entre sus manos una muñeca antigua, cuyas extremidades inferiores estaban sujetas por un elástico, para darle a su vez la movilidad que necesitaban. Había jugado tantas veces en compañía de su muñeca Julieta que casi no le notaba los deterioros. Inventaba juegos cada día y le diseñaba hermosos vestidos con retazos de géneros que  solía darle su vecina Dionisia, quien trabajaba de costurera.
Ninoska, era una adolescente callada, creativa y hacendosa, soñaba con salir de ese lugar, esperaba pacientemente cada año para ir sumando edad. Ella al contrario de muchas se sentía muy feliz  de tener un año mas de vida, necesitaba cumplir luego su mayoría, para permitirse tomar esa decisión que crecía en su corazón desde su niñez, mientras diseñaba los vestidos a Julieta.
Creció en  Caltarquen, un barrio humilde, allí recibió el cariño y la contención de Dionisia, quien dedicó parte de su tiempo para instruir a Ninoska en labores domésticas, costuras y diseños básicos, sembrando en la joven un espíritu imperturbable, para surgir no importando las carencias.                                                 Ninoska sentía un gran cariño y apego por Dionisia, pero llegado el momento de tomar determinaciones y de trascender en la vida era Dionisia quien la alentaba a salir de Caltarquen. Ella soñaba con ver a Ninoska triunfando… en pasarelas de alta costura o tal vez dando a conocer sus creaciones, vendiendo sus ilusiones y volando más y más… Era necesario emigrar a la urbanidad.
Así  fue que Ninoska se dispuso a salir  de Caltarquen, después de abrazar a su querida Dionisia , pues ya no estaría con ella por las tardes. Dionisia, secó las lágrimas de la joven  y puso en su equipaje unos vestidos nuevos, le lavó  el rostro con agua del río, acicaló a Ninoska con inspiración, descubriendo en ella su belleza y una delicada figura, que entallaba tan bien, la costura y el diseño de sus manos. Recibió a cambio a aquella desgarbada Julieta, la que prometió cuidar.
La jovencita estaba llena de ilusiones, dio una mirada de despedida a su barrio, a lo lejos pudo ver a sus vecinos que no advirtieron esa gran decisión. Esperó  una micro empolvada y determinó su destino, porque fue allí donde conoció a Román un joven Argentino, quien atentamente acomodo el equipaje de Ninoska. El viaje de Ninoska no tenía un destino verdadero, por lo que estaba muy aterrada pues no sabría que decir cuando le preguntara el asistente  hacia donde  viajaba, su destino era un sueño acunado en linos y en sus hábiles manos.                                                                                                                    Román la observaba desde el asiento del lado y no pudo evitar preguntarle que le sucedía que estaba tan preocupada; las mejillas de Ninoska se enrojecieron, estaba muy nerviosa, nunca había salido de Caltarquen y mucho menos sola, con la voz entre cortada respondió que estaba muy asustada, no tenia experiencia en viajes, Román se sonrió y le dijo pero este no será el ¡gran viaje!, ¿ o sí?, para mi… la verdad sí, respondió Ninoska. Cuanto se arrepentía de su determinación, de haber dejado a su Dionisia querida y a su muñeca Julieta. ¡Vamos, vamos pierde cuidado nena hermosa, que yo te cuidare!, si me dejas… claro, expresó Román quien extrajo de su bolsillo un turrón con maní y se lo ofreció a su nueva amiga, ¿seremos amigos?, Ninoska asintió con la cabeza, se sentía maravillada. Miraba el paisaje y disfrutaba del turrón que tan gentilmente le regalara Román.
Recordaba esos vestidos hermosos, que le diera Dionisia. -creo que me pondré el color rosa mañana… cuando me baje…¿ Pero dónde iré?… Buscaré un trabajo, debe haber alguna modista que necesite mi ayuda. Ida en sus pensamientos , sus ojos comenzaban a cerrarse.
 De pronto Román se acercó y le dijo sabes nena mi madre esta sola en Argentina mi padre murió hace poco, por eso yo iré a visitarla y si tu quieres me acompañas y te llevo a trabajar, de dama de compañía de mi madre. Te va adorar ella es muy dulce una gran madre, ella es genial… Te dejo la inquietud.    Pero Ninoska no tenía mucho que pensar así fue que sin dudarlo aceptó.       ---- Eso sí, no tengo dinero Señor… Pero Román ya había considerado esto…                   - Viaja tranquila che, yo te cancelo el pasaje, ¿viste nena?.
 En una ciudad grande y moderna donde se detuvo la micro se bajaron ambos muy rápido , para luego acomodarse en un Bus muy cómodo, era todo tan hermoso…- Es un salón cama, che… andá nena subíte y disfrutá del viaje.
Fue un viaje largo pero grato, estaba tranquila… Mirando por su ventanilla nerviosa sonreía, se sentía feliz, su rostro se iluminaba, mientras disfrutaba de una bebida y algo para comer, de pronto se decidió a hablarle … Señor agradezco sus atenciones  la verdad tenia hambre. Disculpe, es usted muy joven, está trabajando por esos  lados o andaba de turista?. Román, comentó que se encontraba en viaje de negocios , pero su regreso se debía al fallecimiento de su amado padre. – Mi viejo era un tipo muy especial, dueño de “Transportes Barrios”. Camiones, che camiones… transportamos madera, mi viejo era tan… y mientras hablaba sus ojos brillaban y la pena dejaba resbalar una que otra lágrima, el muchacho estaba muy afectado, esto hizo que Ninoska le tomara las manos, mientras lo escuchaba muy callada. De pronto, comenzó a hablar de su vida de su esfuerzo por salir adelante. Eran vidas tan dispares, pero  en ambos, la pena, la soledad y su juventud era el presente. En un bus que cada vez los llevaba más y más lejos, en una complicidad tan hermosa. Román acurrucó en sus brazos a la jovencita. Podía sentir la tibieza de su cuerpo y su respiración suave, mientras iba cerrando sus bellos ojos y dormía, la miraba  con ternura, la veía vulnerable , pero a su vez confiada, descansando a su lado. Sentirla así, daba fuerzas a Román, tenia entre sus manos destino de Ninoska, se sentía responsable, algo pasaba en su interior ya no estaba sólo, y el viaje era especial, hasta olvidaba por ratos el motivo del regreso. Era grande la ilusión de llevarla a casa de su madre, allá estará cerca, pensaba mientras acariciaba sus cabellos, y así ambos dormidos, sin notarlo siquiera, llegaron a su destino, despertando muy alegres, pues el viaje había sido tan corto esta vez para Román. Bajaron el equipaje y tomaron su  camino. – A la  casa de mi madre … La muchacha fue recibida gratamente, por una gentil mujer que evidenciaba el cansancio y el paso de los años, quien le entregó su cariño y la experiencia de su vida, entregándole las armas para poder defenderse, donde pudo trabajar y  ganarse la vida dignamente, al lado de quien amaba y a quien tanto ella  admiraba en  lo mas intimo de su corazón. Román, ese príncipe inalcanzable, era pues su gran amor.
Vibró en las pasarelas. Dedicada a los diseños, vivió su verdadero sueño, entregando con talento, todas sus habilidades,  en vestidos ceñidos que
mostraban las modelos. El esfuerzo de Ninoska, enamoró a Román y fue su querida Dionisia, quien la condujo al altar, entregándole su mano al dichoso Román.



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