El Destino cambia en
un viaje.
Autor: Jaqueline García
C.
Con su rostro tapado por el pelo que caía en desorden delante de sus
mejillas, evidenciando descuido de parte
de su madre, se encontraba Ninoska,
tenía entre sus manos una muñeca antigua, cuyas extremidades inferiores estaban
sujetas por un elástico, para darle a su vez la movilidad que necesitaban.
Había jugado tantas veces en compañía de su muñeca Julieta que casi no le
notaba los deterioros. Inventaba juegos cada día y le diseñaba hermosos
vestidos con retazos de géneros que solía darle su vecina Dionisia, quien
trabajaba de costurera.
Ninoska, era una adolescente callada, creativa y hacendosa,
soñaba con salir de ese lugar, esperaba pacientemente cada año para ir sumando
edad. Ella al contrario de muchas se sentía muy feliz de tener un año mas de vida, necesitaba
cumplir luego su mayoría, para permitirse tomar esa decisión que crecía en su
corazón desde su niñez, mientras diseñaba los vestidos a Julieta.
Creció en Caltarquen,
un barrio humilde, allí recibió el cariño y la contención de Dionisia, quien
dedicó parte de su tiempo para instruir a Ninoska en labores domésticas, costuras
y diseños básicos, sembrando en la joven un espíritu imperturbable, para surgir
no importando las carencias.
Ninoska sentía un gran cariño y apego por Dionisia, pero llegado el
momento de tomar determinaciones y de trascender en la vida era Dionisia quien
la alentaba a salir de Caltarquen. Ella soñaba con ver a Ninoska triunfando… en
pasarelas de alta costura o tal vez dando a conocer sus creaciones, vendiendo
sus ilusiones y volando más y más… Era necesario emigrar a la urbanidad.
Así fue que Ninoska
se dispuso a salir de Caltarquen,
después de abrazar a su querida Dionisia , pues ya no estaría con ella por las
tardes. Dionisia, secó las lágrimas de la joven
y puso en su equipaje unos vestidos nuevos, le lavó el rostro con agua del río, acicaló a Ninoska
con inspiración, descubriendo en ella su belleza y una delicada figura, que
entallaba tan bien, la costura y el diseño de sus manos. Recibió a cambio a
aquella desgarbada Julieta, la que prometió cuidar.
La jovencita estaba llena de ilusiones, dio una mirada de
despedida a su barrio, a lo lejos pudo ver a sus vecinos que no advirtieron esa
gran decisión. Esperó una micro
empolvada y determinó su destino, porque fue allí donde conoció a Román un
joven Argentino, quien atentamente acomodo el equipaje de Ninoska. El viaje de
Ninoska no tenía un destino verdadero, por lo que estaba muy aterrada pues no
sabría que decir cuando le preguntara el asistente hacia donde
viajaba, su destino era un sueño acunado en linos y en sus hábiles manos.
Román
la observaba desde el asiento del lado y no pudo evitar preguntarle que le
sucedía que estaba tan preocupada; las mejillas de Ninoska se enrojecieron,
estaba muy nerviosa, nunca había salido de Caltarquen y mucho menos sola, con
la voz entre cortada respondió que estaba muy asustada, no tenia experiencia en
viajes, Román se sonrió y le dijo pero este no será el ¡gran viaje!, ¿ o sí?,
para mi… la verdad sí, respondió Ninoska. Cuanto se arrepentía de su
determinación, de haber dejado a su Dionisia querida y a su muñeca Julieta.
¡Vamos, vamos pierde cuidado nena hermosa, que yo te cuidare!, si me dejas…
claro, expresó Román quien extrajo de su bolsillo un turrón con maní y se lo
ofreció a su nueva amiga, ¿seremos amigos?, Ninoska asintió con la cabeza, se
sentía maravillada. Miraba el paisaje y disfrutaba del turrón que tan
gentilmente le regalara Román.
Recordaba esos vestidos hermosos, que le diera Dionisia. -creo
que me pondré el color rosa mañana… cuando me baje…¿ Pero dónde iré?… Buscaré
un trabajo, debe haber alguna modista que necesite mi ayuda. Ida en sus
pensamientos , sus ojos comenzaban a cerrarse.
De pronto Román se
acercó y le dijo sabes nena mi madre esta sola en Argentina mi padre murió hace
poco, por eso yo iré a visitarla y si tu quieres me acompañas y te llevo a
trabajar, de dama de compañía de mi madre. Te va adorar ella es muy dulce una
gran madre, ella es genial… Te dejo la inquietud. Pero Ninoska no tenía mucho que pensar así
fue que sin dudarlo aceptó. ----
Eso sí, no tengo dinero Señor… Pero Román ya había considerado esto… - Viaja tranquila che, yo te
cancelo el pasaje, ¿viste nena?.
En una ciudad grande
y moderna donde se detuvo la micro se bajaron ambos muy rápido , para luego acomodarse
en un Bus muy cómodo, era todo tan hermoso…- Es un salón cama, che… andá nena
subíte y disfrutá del viaje.
Fue un viaje largo pero grato, estaba tranquila… Mirando por
su ventanilla nerviosa sonreía, se sentía feliz, su rostro se iluminaba,
mientras disfrutaba de una bebida y algo para comer, de pronto se decidió a
hablarle … Señor agradezco sus atenciones
la verdad tenia hambre. Disculpe, es usted muy joven, está trabajando
por esos lados o andaba de turista?.
Román, comentó que se encontraba en viaje de negocios , pero su regreso se
debía al fallecimiento de su amado padre. – Mi viejo era un tipo muy especial,
dueño de “Transportes Barrios”. Camiones, che camiones… transportamos madera,
mi viejo era tan… y mientras hablaba sus ojos brillaban y la pena dejaba
resbalar una que otra lágrima, el muchacho estaba muy afectado, esto hizo que
Ninoska le tomara las manos, mientras lo escuchaba muy callada. De pronto,
comenzó a hablar de su vida de su esfuerzo por salir adelante. Eran vidas tan
dispares, pero en ambos, la pena, la
soledad y su juventud era el presente. En un bus que cada vez los llevaba más y
más lejos, en una complicidad tan hermosa. Román acurrucó en sus brazos a la
jovencita. Podía sentir la tibieza de su cuerpo y su respiración suave,
mientras iba cerrando sus bellos ojos y dormía, la miraba con ternura, la veía vulnerable , pero a su
vez confiada, descansando a su lado. Sentirla así, daba fuerzas a Román, tenia
entre sus manos destino de Ninoska, se sentía responsable, algo pasaba en su
interior ya no estaba sólo, y el viaje era especial, hasta olvidaba por ratos
el motivo del regreso. Era grande la ilusión de llevarla a casa de su madre,
allá estará cerca, pensaba mientras acariciaba sus cabellos, y así ambos
dormidos, sin notarlo siquiera, llegaron a su destino, despertando muy alegres,
pues el viaje había sido tan corto esta vez para Román. Bajaron el equipaje y
tomaron su camino. – A la casa de mi madre … La muchacha fue recibida
gratamente, por una gentil mujer que evidenciaba el cansancio y el paso de los
años, quien le entregó su cariño y la experiencia de su vida, entregándole las
armas para poder defenderse, donde pudo trabajar y ganarse la vida dignamente, al lado de quien
amaba y a quien tanto ella admiraba en lo mas intimo de su corazón. Román, ese
príncipe inalcanzable, era pues su gran amor.
Vibró en las pasarelas. Dedicada a los diseños, vivió su verdadero
sueño, entregando con talento, todas sus habilidades, en vestidos ceñidos que
mostraban las modelos. El esfuerzo de Ninoska, enamoró a
Román y fue su querida Dionisia, quien la condujo al altar, entregándole su
mano al dichoso Román.
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