martes, 28 de diciembre de 2021
Judy Moody está de mal humor, de muy mal humor *Autor: McDonald, Megan
De muy mal humor
Judy Moody no quería que se acabara el verano. No le apetecía nada peinarse todos los días, ni aprenderse de memoria listas de palabras para luego deletrearlas, y menos todavía sentarse en clase con el pelma de Frank Pearl.
Judy Moody estaba de mal humor. De muy mal humor.
Ni siquiera pensar en sus lápices nuevos Gruñón conseguía sacarla de la cama.
—¡Hoy empieza el colé! —canturreó su madre—. Así que a levantarse y a vestirse.
Judy se echó la manta por encima y metió la cabeza debajo de la almohada.
—¿Me has oído, Judy?
—¡Grrr! —contestó.
Tendría que acostumbrarse a una clase nueva y también a una mesa que no tuviera su nombre escrito en una pegatina, como la del curso pasado. Tampoco habría un erizo llamado Roger en la clase.
Y seguro que tendría la mala pata de que la pusieran otra vez en primera fila, con lo que el señor Todd la vería cada vez que pasase un mensaje a Rocky, su mejor amigo. La madre volvió a asomar la cabeza por la puerta de su habitación:
—No te olvides de peinarte, ¿vale?
Otra de las peores cosas del primer día de clase era que todo el mundo volvía del verano con camisetas en las que ponía: DISNEY WORLD O SEA WORLD O JAMESTOWN: TIERRA DE POCAHONTAS. Judy rebuscó en todos los cajones, incluso en el de los jerséis y el de la ropa interior… Nada, no había camisetas con dibujos.
Al final, se puso un pantalón de pijama con rayas de tigre y arriba una vieja camiseta lisa.
—¡Se ha puesto un pijama! —se sorprendió su hermano Stink cuando la vio bajar—. ¡No se puede ir al colegio en pijama!
Stink se pensaba que ya lo sabía todo porque iba a empezar Segundo. Judy lo fulminó con una de sus famosas miradas de trol.
—Puede cambiarse después de desayunar —dijo la madre.
—He hecho huevos fritos por ser el primer día de clase —cambió de tema el padre—. Tienes pan para untar.
A Judy no le hizo ninguna ilusión, además se le había roto la yema. Puso el huevo temblón en la servilleta que tenía sobre las piernas para que se lo comiera Mouse.
—Se ha acabado el verano y yo sin ir a ninguna parte —se quejó Judy.
—Has ido a casa de la abuela Lou —contestó su madre.
—Pero eso es un rollo, está aquí mismo, en Virginia. Además, no he comido perritos calientes, ni he montado en la montaña rusa, ni he visto ballenas…
—Pero sí has montado en los coches de choque —repuso la madre.
—Ya, de bebés. Los del centro comercial…
—Y has ido de pesca y has comido tiburón —continuó el padre.
—¿Ha comido tiburón? —preguntó Stink.
—¿Que he comido tiburón? —repitió Judy.
—Sí. ¿Te acuerdas de lo que compramos en el mercado porque no habíamos pescado nada?
—¡He comido tiburón! —exclamó Judy Moody.
Se fue corriendo a su cuarto y se quitó la camiseta. Sacó un rotulador de punta gorda y dibujó un tiburón con la boca abierta y llena de dientes. HE COMIDO TIBURÓN, escribió en mayúsculas.
Judy salió disparada al autobús, sin esperar a Stink ni tampoco a que su padre le diera un beso ni su madre un abrazo. Tenía prisa por enseñar su nueva camiseta a Rocky.
Ya casi se había olvidado de su mal humor, cuando vio a su amigo practicando trucos de magia con las cartas en la parada del autobús. Llevaba una camiseta azul con unas letras muy bonitas y un dibujo de la montaña rusa del Monstruo del Lago Ness.
—¿Te gusta mi camiseta nueva? —preguntó él—. Me la compré en el Jardín Botánico.
—Pues no —dijo Judy, aunque sí que le había gustado.
—Pues a mi tu tiburón, si —y como ella no contestó nada, pregunto—: ¿Estás enfadada o qué?
—O qué —repitió Judy Moody.
¡Grrr!
El profesor, el señor Todd, estaba en la puerta dando la bienvenida a todos cuando Judy llegó a la clase de Tercero.
—Hola, Judy.
—Hola, señor Todo —saludó ella partiéndose de risa.
—A ver, todos, haced el favor de colgar las mochilas en las perchas y dejar los bocadillos en las cajoneras.
Judy Moody echó un vistazo a la clase.
—¿Tienes un erizo que se llame Roger? —le preguntó al profesor.
—Pues no, pero tenemos una tortuga que se llama Tucson. ¿Te gustan las tortugas?
¡Que si le gustaban! Pero se contuvo.
—No, me gustan las ranas.
Volvió a reírse otra vez.
—Rocky, tú siéntate junto a la ventana y tú, Judy, aquí delante —indicó el señor Todd.
—Ya lo sabía yo… —dijo Judy, desilusionada.
Examinó su nuevo pupitre de la primera fila. Nada de pegatinas con su nombre.
Para colmo y como se esperaba, a su lado pusieron a Frank Pearl, famoso por tomar cola de pegar. Miró de reojo a Judy y le enseñó cómo podía doblarse el pulgar; después Judy le sacó la lengua enrollada.
—¿A ti también te gustan los tiburones? —preguntó él, pasándole un sobre blanco con su nombre.
Frank no la dejaba en paz desde que bailaron juntos en la fiesta de primavera de la escuela infantil. En Primero, le envió cinco tarjetas por San Valentín. En Segundo, le llevó pasteles en Halloween y el Día de Acción de Gracias. Y ahora, el primer día de Tercero, le venía con una invitación a su fiesta de cumpleaños. Judy miró la fecha ¡y resulta que todavía faltaban tres semanas! ¡Ni un tiburón podía desanimarlo!
—¿Me dejas mirar tu mesa? —preguntó Judy.
Él se aparto. Ni rastro de cola de pegar.
El señor Todd se puso en mitad de la clase. En la pizarra había escrito con letras grandes: PIZZA CON DOBLE DE QUESO.
—¿Vamos a comer pizza? —preguntó extrañada Judy.
—No, vamos a hacer un ejercido —el señor Todd se llevó el dedo a las labios como si fuera un secreto—. Ya veréis. ¡Venga! ¡A ver, todos! ¡Escuchad! Vamos a hacer algo diferente para empezar el curso, y así conocernos mejor. Vais a preparar un collage sobre vosotros, sobre cómo sois. Podéis dibujar o recortar fotos, y pegar en el collage lo que os apetezca, con tal de que sirva para que los demás
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